VALVERDÓN

Sequoias y navegantes

Valverdón

Desde el Monumento a Cólon se pierde el horizonte. He llegado dando un paseo por este senda señalizada mientras pensaba en el navegante. Según reza en una lustrosa placa de mármol, este monolito fue el primero en erigirse en honor al navegante, con fecha de 1866 por D. Mariano Solis y García. Y es que, por estos pagos de Valcuevo, anduvo a finales del siglo XV; vino a reunirse con los dominicos para interceder con los Reyes Católicos y comenzar su viaje a las "Indias" por Occidente.

En las proximidades se encuentra el antiguo convento, hoy convertido en la esplendorosa Hacienza Zorita. Rodeada de vides, olivos y el cántico del agua como una bella y natural salmodia. Valverdón se anuncia en el camino a Ledesma gracias a sus conocidas sequoias. Cuatro ciclópeos árboles hermanados con el ejemplar del Edificio Histórico de la Universidad. Aquí están desde finales del siglo XIX para motivación y sombreo del viajero.

No hay que perderse: Probar el pan de kilo de Valverdón, echar un trago de agua en la Fuente del Caño y recorrer la Ruta de la Ribera. Parar en la Hacienda Zorita y, si hay tiempo, acercarse a la Iglesia de San Juan Bautista.

Detalle curioso: Existe aún una cueva donde antaño vivió un conocido eremita, del que cuenta la leyenda tuvo un encuentro con el Almirante Colón. Le dio el eremita descripción de los rostros desconocidos de los indígenas que descubriría. Así lo cuenta el profesor emérito de la Universidad,

D. Emiliano Jiménez. Sea o no verdad, la cueva allí sigue, colgada sobre el Tormes.