SAN PELAYO DE GUAREÑA

Piedra labrada por agua y cincel

San Pelayo de Guareña

Dos abruptos cerros aprisionan a San Pelayo de Guareña junto a las aguas de la Rivera de Cañedo. Vengo tras la maestría de los canteros que crearon una joya del románico salmantino, la modesta y bella Iglesia Parroquial. Sus canecillos, el rosetón y el taqueado jaqués parecen vibrar aún bajo el metódico golpeteo del cincel. El piso del templo, excavado en la roca, me conduce hasta el altar situado en la parte más baja, donde me veo rodeado por los vestigios de antiguas pinturas murales.

Al salir me siento a meditar bajo la majestuosa copa del que dicen es el mayor moral de España y, a la vez, digno miembro del selecto club de Catedrales Vivas. El dulzor de sus frutos me transporta con nostalgia a mi niñez.

No hay que perderse: Los nenúfares y el pontón en la Ribera de Cañedo. El queso medalla de oro “World Cheese Awards” 2012 de Hacienda Zorita Organic Farm. La vía pecuaria Cañada de las Negras. Las cuevas eremíticas y la finca de ganadería brava “Espino Rapado”.

Detalle curioso: La plaza del moral lleva el nombre del párroco que promovió la restauración de la iglesia y protegió al moral con el brocal que lo sujeta y embellece.